22 de enero de 2010

Nuevos bríos

Juega de nuevo, digamos que es casi terapeútico... No prometo escribir mucho, pero SI quiero hacerlo. Elegí para este re-comienzo al maestro A. Camus (gracias Jose):

Ahora lo principal está hecho. Tengo algunas evidencias de las que no puedo apartarme. Lo que sé, lo que es seguro, lo que no puedo negar, lo que no puedo rechazar, eso es lo que importa. Puedo negarlo todo de esa parte de mí que vive de inciertas nostalgias, salvo el deseo de unidad, el apetito de resolver, la exigencia de claridad y cohesión. Puedo refutarlo todo en este mundo que me rodea, me hiere o me transporta, salvo el caos, el azar rey y la divina equivalencia que nace de la anarquía. No sé si este mundo tiene un sentido que lo supera. Pero sé que no conozco ese sentido y que de momento me es imposible conocerlo. ¿Qué significa para mí un significado al margen de mi condición? Sólo puedo comprender en términos humanos. Comprendo lo que toco, lo que se me resiste. Y estas dos certidumbres, mi apetito de absoluto y de unidad y la irreductibilidad de este mundo a un principio racional y razonable, sé también que no puedo conciliarlas. ¿Qué otra verdad puedo reconocer sin la intervención de una esperanza que no tengo y que nada significa dentro de los límites de mi condición?

Todo controlado...