30 de mayo de 2008

Crónica de una presa (con reencuentro)

En realidad, el asunto de la presa fue al puro final, bien vale dedicar unas líneas al día de hoy que ha estado francamente fenomenal...

Para empezar, hoy no amaneció lloviendo como los últimos tres días. Pero aunque hubiera tormenta, hoy nada iba a interferir con mi reencuentro con los compas del (ex) brete a los cuales sentía que no veía desde hace siglos. Aunque han sido (¿sólo?) tres semanas, la verdad me hacía un vergo de falta verlos a todos y poder hablarles y contarles mil cosas que me han pasado estos días. Por dicha todo estuvo de perlas y me dio tiempo de ver y saludar a otro montón de gente que el simple hecho de volver a ver ya me llena el espíritu un tanate: desde algunos maes de seguridad hasta las doñas de la limpieza y otro poco de gente que durante tantos años me tocó ver casi cada día de lunes a viernes de 9 a 5.

Y bueno, lo mejor claramente fue la comunión con los que más quiero, los de siempre, sin importar que Harolito hoy amaneciera sintiéndose raro (yo diría "profundo" mae), ni que Marcelina estuviera enferma, ni nada porque fue una alegría total estar de nuevo en el pretil del BCCR decidiendo dónde íbamos a comer y otras tantas trivialidades que tanto extrañé las últimas semanas... En el pasado me he reprochado el estado de abandono que uno consciente o inconscientemente deja a ciertas personas que en algún momento han sido super importantes en la vida, yo lo que puedo decir ahora es que con todos los sentidos, con todo el corazón y con toda mi alma NO QUIERO NUNCA NUNCA DEJARLOS, NI QUE ME DEJEN. No hay más, porque de veras quiero que todo siga tan calidá como siempre. Hoy fue buenísimo no sentirme extraño, ni mamando en nada, como si estas semanas que para mí han sido siglos no hayan afectado negativamente la relación, la felicidad que me abraza al estar con ellos, hoy y siempre... Hasta nuevas ganas me dieron de seguir con las varas en las que estoy metido, esa energía que únicamente pasa de alama a alma sin palabras ni nada sofis, sólo el puro encantamiento humano, tan escaso es nuestros tiempos...

Tons compas, de veras mil gracias y todo controlado!!! ("Estoy parado sobre la muralla que divide todo lo que amé de lo que amaré")

Ah sí, la presa...

El toque es que luego de estar con los compas (Rolito, qué gusto verte, ¿te lo dije?) fui a hacer una vuelta a la operadora de pensiones y ya a las 3 estaba sacando el carro del parqueo para regresar a la chospi y evitar la temida hora pico de los viernes. Como el viaje al Banquete sirvió también para ver el toque de mi liquidación, me quise dar un lujito y pasar a un ciclo a buscar una capa (más bien corta-vientos) que harto falta me hace. Por dicha la encontré y decidí en medio de la contentera que me manejaba que estaría en todas pasar al super por unas birricas y un buen pan para tomar café al llegar a la casa....

Como la humedad estaba rajada, abrí la primera Bavaria recién saliendo del Fresh Market, todo controlado hasta que llegué a La Galera y empezó un diluvio enorme que era medio irreal porque por el retrovisor veía el cielo casi completamente azul del Centro y por lo tanto de mis compas... Al fin dejó de llover cuando empecé a subir Ochomogmo, pero la alegría duró poco porque casi de inmediato empezó una presa horripilante que no se sabía por qué putas era. El avance era lento pero al menos nos movíamos, ya como por Recope la vara se puso güeisa y luego de un rato en total estado de coma, mejor apagué el carro y saqué otra birrita que me llamaba desde el asiento del pasajero. A ratos le llegaba al pan francés que había comprado y que estaba en todas. La jugadita no parecía tener remedio y yo empecé a divertime imaginando el cuento de "La Autopista del Sur" del maestro Cortázar, tons hacía nota mental del carro de a la par, del de atrás, y el de adelante... Esta vez no estaba el juete del dauphine ni nadie con ánimos de socializar, yo estaba en toda la disposición de compartir la birras y las bocas de pan francés, pero nadie tomaba la iniciativa.

Pues 45 minutos después, 3 Bavarias, y un bollo entero de baguette en la panza la presa milagrosamente se abrió y pudimos pasar, claro que sin negociaciones por el agua ni muertos, ni doña embarazada, pero yo aún enteramente pleno de la jornada cargada de cosas y personas excelentes que están en caso cada pensamiento de los últimos días. Por cierto que todos los carros deberían estar equipados con una hielera para que a la gemte se le hagan más llevaderas las presas (el pan es opcional)

Saludos compas, de nuevo el agradecimiento y el cariño sincero...

Un abrazo!

19 de mayo de 2008

Otra vez lunes

Pero otra vez de no tener muy claro que ya empezaba otra semana y que me tocaba hacer varias cosas que por motivos convencionales no se pueden hacer ni sábado ni domingo...

Aclaro desde ahora que este post va con un toque más de corazón que el anterior ya que hoy sí tengo el cerebro 100% en modo blogger. En fin, el caso es que califico mi primera semana "desempleado" como un auténtico éxito: los primeros días fueron de papeleo y vueltas principalmente en la municipalidad, pero por dicha no fue la escena kafkiana que tanto temía, de hecho estuvo todo bien, tampoco la eficiencia hecha institución, pero nada como para cortarse las venas...

Algo realmente significativo de esos días, y lo cual ciertamente agradezco a mi nuevo modus vivendi es la oportunidad de re-conocer la ciudad de Cartago. En definitiva no es una ciudad bonita, al menos el casco central, tampoco es espantosa, para hacer justicia es tan igual al centro de Heredia, de la Liga o incluso de Chepe, o sea, hay desorden, algo de suciedad, ruido, muchos carros y gente por todo lado. Pero igual para alguien como yo que en los últimos años las idas al centro se limitaban a la parada de bus, francamente ha sido toda una experiencia recorrer nuevamente un montón de lugares que antes frecuentaba siempre a la salida del cole, o cuando había que hacer algún mandado.

Como parte de ese redescubrimiento también ha sido vacilón sentirme "turista" en mi propia ciudad, por ejemplo tengo que estar preguntando dónde queda una fotocopiadora, o dónde es la sucursal del ministerio de hacienda (ah sí, ya soy contribuyente y hasta mandé a hacer recibos a una imprenta, juep!), dónde puedo comprar tal cosa... Una desubicación fenomenal que tras de eso se complica porque mi cerebro sigue pensando en modo centro-de-san-josé y me llegó a pasar que cuando tenía que comprar un libro de diario (o algo por el estilo), lo primero que pensé fue "en la Universal de fijo hay"... Para cuando pensé que iba a estar largo ir a la Universal, mi cerebro se remontó a tiempos de escuela/colegio y me dije que lo mejor era ir a la Librería Cartago (ahí me compraron el bulto que usé todos los años de escuela), pues resulta que YA NO EXISTE!!! Cagate Chelo, sorpresa y media ver que ya el chante no estaba y en su lugar había -horror de los horrores- un Pollo Campero (!!!)... Y así con varias cosas más, al menos cuando tuve que sacar unas copias de las llaves de la oficina, la Cerrajería París seguía en el local de 1x4 donde ha estado toda la vida, al menos...

Pero bueno, como tampoco es crónica de sucesos, ahora me toca hablar de los otros días de la semana en que no hice casi nipi de papeleo ni otros trámites burocráticos. Resulta que a través de un amigo de un amigo de un compa del brete (del Banco, digo) ya tengo mi primer cliente en la jugadita del MTB. En realidad no es formalmente un cliente porque aún no tengo listo nada de las varas que pienso tener, ni tampoco le estoy cobrando nada al mae por llevarlo a cletear, pero al menos ha sido todo un aprendizaje estar pensando en detalles como dónde llevar al mae, dónde comer y otras tantas cosas que me han tenido felizmente ocupado. Por dicha el gringuete (se llama Brook) ha resultado ser un bichillo super puravida y nada dolor-de-güevos en absoluto; de hecho el mae es una persona interesante (tiene unas manías que son como para un post completo, pero muy feo revelarlas acá, jijiji) y también cletea un pichazo, lo cual me ha obligado a ponerle piernas al asunto porque como estoy un toque fuera de condición física, no quiero flojonearme y que el compita se agüeve de los rides. Por cierto que el bajo nivel atlético lo acuso por completo a las despedidas (guareras en su mayoría) con las que fui honrado las últimas semanas (Gracias totales!).

Y bueno, así está la vara hasta ahora. Mañana voy para Guápiles pero igual espero poder ir a entrenar en la mañana para que cuando regrese el "cliente" no me encuentre muy puramierda. Y claro, a ver cómo me organizo con todo porque como que sigue fuerte el ritmo de todas las cosas e igualmente espero algunos reencuentros con la muchachada en estos días.



PD. Fabianete, ya viste por qué no pude ir el viernes a almorzar con ustedes tal y como era mi plan. Y sí mae, siento que salí del brete hace siglos y ustedes me hacen una falta del tamaño de Brasil...

18 de mayo de 2008

Lunes y Viernes

A poco más de una semana de haber salido del brete, aún me siento medio raro por todo el cambio que ha significado. Quizás lo más curioso de todo ha sido la pérdida total del sentido de la palabra "semana". Antes casi todo estaba en función de "esta semana tengo que terminar tal cosa" o "diay, ya hoy no pude, será hasta el fin de semana"... Pero ahora mismo me da lo mismo decir "jueves" que "almuerzo", "martes" que "perro".

De mi primer semana como desempleado, los días más significativos fueron sin duda el Lunes y el Viernes. El primero fue sobre todo raro porque no me terminaba de hacer a la idea de ya no pensar más en horarios, buses, ropa de brete, etc. De hecho me levanté temprano, como si tuviera que ir al Banco, y me quedé largo rato sentado en mi cama pensando qué putas iba a hacer ese día; obvio que tenía que hacer mil cosas, pero era raro ver que ahora de verdad todo dependía de mí y de nadie más, así que mis reflexiones matutinas se centraron en los compas de brete y en la falta enorme que me estaban haciendo desde entonces.

El viernes también fue raro, pero en otro sentido. Porque esta vez sí que no era un viernes como los que recordaba de siempre, de hecho era casi un día sin nombre o un eterno lunes como del que nunca salió José Arcadio Buendía... Caí en la cuenta de que era viernes hasta muy tarde, casi a la noche cuando salí a cenar. Muy diferente claramente, pero igual muy tuanis porque ya me siento mejor de esta nueva etapa y ahora sí que disfruto cada minuto.

En fin, como ando con un toque de sueño, mejor sigo escribiendo más tarde...

9 de mayo de 2008

Torciendo el destino

Llegó el día: Hoy 9 de mayo es mi último día acá en el banco e inevitablemente ando con una tristeza difícil de disimular. No me arrepiento para nada de la decisión tomada, sin embargo una buena parte de mí quería que este día no llegara todavía. Aunque las últimas semanas han estado harto ocupadísimas, igual he tenido mis momentos de nostalgia absoluta sobre los últimos 6 años pasados acá adentro.

Guardando las enormes distancias del caso, me siento un tanto como el personaje de "La Naúsea" durante los últimos días antes de dejar la ciudad donde vivió los últimos años y en donde experimentó la cantidad de cosas que narra la novela y que le mueven el cerebro a más de uno. Y así, he andado analizando muchas de mis acciones -incluso las más rutinarias- en términos de "esta es la última vez que...". Por ejemplo: ayer fue la última vez que comí en la soda con mis queridísimos compas de brete, la última vez que hice una liberación en Producción, la última vez que voy a saludar a los compas del sexto piso, la última vez que enciendo el ventilador antes que la compu, la última vez que pongo mi clave en el teléfono, la última vez que voy a a cagar al octavo, la última vez que subo a hablar con Rolo (al menos en su oficina), la última vez que para contarle algo a Marcia llego tocando en su cubículo como si tuviera una puerta, la última vez que me cago de risa por alguna salida de Bolaños, la última vez que antes de almorzar llamo a Andre y le digo "kiúboles, ¿almuerzo?", la última vez que después de llamar a Andre llamo a Harolito y le digo "mae, p'arriba", la última vez que me derrito de calor acá adentro, la última vez que utilizo horas laborales para escribir en el blog, la última vez que uso el ascensor de carga que me da miedo, la última vez que veo el atardecer desde la ventana de mi piso, la última vez que desde el balcón de noveno me echo un avenidazo, la última vez que veo una vieja rica desde 7 pisos de altura, la última vez que entro por la puerta de empleados, la última vez que es esta desde acá y que se acaba una etapa...

Pero bueno, cabanga de lado la verdad es que me siento muy ilusionado por lo que voy a hacer ahora. Como el Joselo decía, lo que estoy haciendo es torciendo el destino a mi favor y con todo el miedo y la nostalgia, pero también con todas las ganas de que empiezo algo nuevo que nada tiene que ver con lo que venía haciendo hasta ahora, algo mío, muy mío, más puro, que por fin me atreví a hacer y que afortunadamente es un rompimiento total con tantas cosas que la verdad ya me tenían fastidiado y hasta deprimido...

Tons sí, acá sintiéndome el mismo mae, no hay un
"viejo yo" ni un "nuevo yo", tampoco un "antes" ni un "después". Yo igualito que siempre (el pelo más largo, tal vez), sólo que con la sensación sin igual de haber cambiado de ruta (como en la cleta) y elegido otro camino menos transitado, más real, más cercano al origen, a la naturaleza que puedo y quiero respirar.

(suspiro)