3 de agosto de 2007

la romería (hasta la 1:50 a.m.)

Como en años anteriores, este miércoles 1ero de agosto me pegué la caminada de la romería. Hay algo en este acontecimiento (tradición, celebración, no sé cómo llamarla) que siempre me ha deslumbrado: me mueve el corazón ver como cada año son más las personas que se apuntan a caminar hasta la Basílica. Claro que no todas van rezando el rosario, pero igualmente uno no puede menos que conmoverse al participar de semejante acto popular en un país que se dice muy católico pero en donde la iglesia cada día tiene menos poder (de convocatoria al menos, porque de plata andan bastante "poseados" los padrecitos).

El caso es que por esos incomprensibles deseos del alma, este año tenía muchas ganas de pegarme la mencionada caminata. Hubo un momento en que creí que ya no lo iba a poder hacer, porque todos los que podían acompañarme no iban a caminar ese día, o simplemente no podían hacer el toque. Ya cuando me había resignado a que lo mejor era agarrar la cámara y darme una vueltita por Los Angeles para sacar alguna fotilla bonita que poner en el blog, pasó frente a la casa mi tío Tavo, y mis primos Raquel, Daniela y Turo que justo iban hacia Chepe para empezar su romería. En cosa de 15 minutos alisté lo que necesitaba y ya estaba en la calle con todas las ganas de caminar.

Nunca antes había salido tan tarde de mi casa, por dicha el asunto de las filas y los buses estaba bastante ordenado y más temprano que tarde estábamos en el centro de Chepe iniciando la jornada. Toda la vara estuvo tuanis, muy ordenada y con una luna de película que nos acompañó toda la noche; por dicha las piernas aguantaron bien, mis respetos a Tavico (en otra ocasión le dedicaré un post completo). En el camino masomenos las estampas que se ven todos los años: los que van por pura devoción, los de alto rendimiento que van corriendo (más bien trotando), las parejas con el chiquito en coche, los de la pastoral juvenil, los que van descalzos, las de algún barrio rudo que se dicen una a otra "jueputa mae, mis respetos para esta vara", los ligadores que van únicamente por hacer puntos con la vieja que les gusta, el maesillo que hace su primera romería y cada 500 metros pregunta a su mamá "¿cuánto falta?" (pregunta respondida con el inequívoco "ya le dije cuanto faltaba, no joda verdá, usted fue el que quiso venir"), tampoco faltaron los expertos que todo el camino van aconsejando como hacer para no chimarse las bolas o que no te duelan las patas al día siguiente, y así pasando por toda la gama de gentes y personajes que componen esta singular tiquicia y que acuden en masa a este evento que más que religioso es ciertamente patrio.

Y bueno, así transcurrió la jugadita. Por dicha no me quedé con las ganas esta vez. No llegamos hasta la Basílica porque hay que darle oportunidad a la gente que no es de Cartago y que vino hasta acá desde quien sabe donde, aunque claro, la verdad es que lo que sucede es que para ese momento ya las patas te duelen en serio y la certeza de que tu casa queda a 5 cuadras, y la iglesia a 10 te hace inclinar la balanza para el lado del confort.

[1:50 a.m.] Hogar dulce hogar

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