7 de febrero de 2008

Intolerancia 125: El racismo es una enfermedad

Como bien dice la canción de Desorden Público "...el racismo es una ENFERMEDAD del espíritu, del cuerpo, el alma y la mente".

Y es que parece que en España el tema ha vuelto a la palestra a propósito del llamado "Caso Hamilton", cuando algunos elementos se dedicaron a gritar ofensas racistas contra el piloto de F-1 Lewis Hamilton durante uno de sus entrenamientos en la pista de Montmeló en Cataluña.

Precisamente hoy publica El País una nota al respecto en donde nomás en el primer párrafo se declara "Y es que, en España, negro de mierda (dicen) no siempre significa negro de mierda". Y más adelante se citan las palabras de un tal Juan Díaz Nicolás veterano investigador y sociólogo que declara sin ningún pudor "se trata de ofender, de herir al otro. No hay racismo de fondo asociado".

El hecho noticioso en sí no sería especialmente diferente de muchos otros que a menudo aparecen el la prensa. Lo que a mi realmente me ha sorprendido, más bien me ha indignado, es la patética (y peligrosa) forma en que se intenta minimizar el asunto mediante eufemismos y argumentos sin ninguna base firme. Aceptar que hay una equivalencia entre llamar "negro de mierda" a alguien y llamarlo "gordo o enano", como sostiene Díaz Nicolás, es poco menos que grotesco, además de absolutamente irresponsable. Los 4 tipos que gritaban contra Hamilton no son más que pobres diablos reflejo de una sociedad que no quiere aceptar una realidad especialmente vergonzosa, cuatro tipos que igual se los encuentra en Cataluña como en Londres, en California, o -cómo no- en Costa Rica.

El problema de fondo es la negación para producir indiferencia, para acallar la conciencia, para decir "aquí todo está bien". Eso es lo que a mi me da cólera, y miedo, porque al final se trata de hacerse de la vista gorda ante un problema muy serio -y complejo- que invade no sólo a España sino a prácticamente todas las naciones del mundo. Y mientras se siga por el camino de la mentira y la desinformación entonces todo seguirá mal, porque simplemente nos acostumbraremos a ver el racismo como algo menor, un asunto casi insignificante y fácilmente descartable ante los grandes asuntos modernos como la economía o las guerras.

En fin, ojalá que al menos este tipo de sucesos no pasen inadvertidos y que -sobre todo- todos tengamos la sabiduría de distinguir aquello que no está bien y que podamos entonces hacer lo propio para cambiarlo y mejorar de alguna forma nuestro paso por este mundo.


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